Observo muchas veces la reacción de desaprobación de las mujeres cuando les recomiendas el trabajo muscular con pesas o cuando les comentas que estaría bien que usaran pesos más grandes. Ante sus varias respuestas (en contra), hay dos que me hacen recapacitar sobre el trabajo que queda por delante con ellas:
– Yo musculo muy rápido y se me ve muy grande.
– No quiero parecer una “machorra”.
Asociamos con demasiada facilidad el utilizar las pesas a cuerpos muy musculados y rápidamente se nos viene a la cabeza la imagen de una chica profesional del culturismo. Y no es así, aunque con el tiempo parece que hemos de dar la razón a J.Goebbels, quien dijo: “una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad”. Descarguemos a ellas de una parte de responsabilidad. Los monitores o profesionales del fitness también tenemos nuestra parte de culpa a la hora de no haber sabido derribar estos mitos que, con el tiempo se han construido y han constituido un obstáculo para que las mujeres se beneficien del entrenamiento con pesas.
Vamos poco a poco. Hay muchos aspectos a tener presentes para ganar volumen muscular: una dieta alta en contenido calórico, entrenamiento exigente, descanso nocturno alto… Todo esto se traduce en un estado anabólico alto de nuestro cuerpo, es decir, que nuestro organismo absorbe mayores cantidades de nutrientes gracias a una mayor producción de testosterona, una de las principales hormonas responsables del aumento del tamaño muscular, donde la producción del hombre de dicha hormona es entre 10 y 20 veces más que en el caso de las mujeres. Por lo tanto, es muy difícil que una mujer pueda aumentar su masa muscular de forma rápida y voluminosa con sólo el hecho de tocar unas mancuernas.
Si realizamos una rutina únicamente cardiovascular, sin fortalecer los músculos o sin endurecer el tejido cutáneo para mantenerlo elástico y tonificado, seremos incapaces de evitar la flacidez corporal, ya que el cuerpo utiliza como combustible tanto las grasas, los hidratos de carbono, así como los aminoácidos de la proteína, que es de lo que está constituido el músculo. Pero cuidado, no caigamos en el error de pensar que con el trabajo solo muscular, la grasa se convierte en músculo, al igual que no convertimos el metal en oro. Estos son dos tipos de tejidos diferentes y que para conseguir un cuerpo tonificado debemos llevar esta transformación, complementando tanto el trabajo muscular en el entrenamiento como la eliminación de grasas con el ejercicio cardiovascular.
Existe también la idea de asociar el trabajo muscular a la falta de flexibilidad, otra barrera más que se impone para su trabajo. Nada más lejos de la realidad, no tiene por qué asociarse musculatura con rigidez, tanto la fuerza como la flexibilidad es recomendable trabajarlas a la par, ya que conseguiremos que nuestros entrenos tengan un plus de calidad, evitaremos lesiones y desgarros musculares, además de activar la circulación de la zona trabajada, ayudando a su recuperación post-entrenamiento.
Una vez que conseguimos que se realicen las rutinas musculares, podemos encontrarnos en que se realizan con un peso muy liviano, que nunca se aumenta. El entrenamiento con las cargas y las repeticiones adecuadas nos ayudan a realizar entrenos equilibrados y eficaces, que se reporta en un cuerpo más tónico y evitando las descompensaciones entre parte superior e inferior. Estas rutinas de alta intensidad consiguen un metabolismo quemador de grasa posterior al ejercicio, que puede durar entre 12 y 48 horas, y que se traduce en una pérdida de peso más rápida (si es nuestro objetivo) o en ayudar a controlar el peso corporal con mayor facilidad.
Tanto chicas como monitores, olvidémonos de entrenamientos con pesas pequeñas, de entrenos que no nos ayudan a acercarnos a nuestro objetivo.
Autor: Xavi Almoril Jayo